La Crítica de la Religión es la
primera de todas las críticas.
Marx
§ 1 La Potestas se inclina ante la Auctoritas. El domingo próximo pasado la Kaiserin
und Königin Kristina KK acabó de rendir definitivamente una de las
pocas banderas más o menos sugestivas que todavía le quedaba. Terminó por
hincarse ante el Santo Padre y por humillar al Gobierno y al
Estado ante la Religión y el Papado. Como siempre, las frustraciones, la
fragilidad, la debilidad y la impotencia se traducen en incremento psicológico,
social y político de la Religión; esto vale no sólo para los príncipes
debilitados, sino también para el "pueblo de Dios", i. e., los
esclavos de la Religión siempre dispuestos a postrarse y a doblar las
rodillas. ¿Quién, si no Dios, podría salvar a Kristina KK de la Historia,
o más modestamente, de las ciénagas fangosas y pestilentes del PJ que tras las
PASO amenazan con ahogarla?
El Príncipe debe doblegarse ante el Vicario de Cristo, tal la ley del feudalismo. Kristina KK pues peregrinó al besamanos con su joven y nuevo bufón y cortesano, el lampiño intendente Martín Insaurralde, para que también él se postrara a cambio de la bendición apostólica y las indulgencias plenarias. El Papa -al verla humillada- abusó de su situación para reducirla a su verdadera condición, a la de mujer, i. e., de oprimida, y para destinarla a la institución de la que nunca debiera haber salido, a saber, a la familia, a la servidumbre doméstica, a su condición de abuelita, a lo que Ella -la antigua soberbia Kaiserin und Königin- accedió dócil y gustosa con lágrimas en los ojos:zapatitos y escarpines, regalos del Santo Padre para Néstor Iván, el príncipe heredero del ducado del Kalafate. Encantador y simpático espectáculo feudal: el Papa del fin del mundo y el duque del fin del mundo en la época del fin del mundo. ¡Adiós al feminismo y antipatriarcalismo en versión KK! ¡Que vivan la Familia y la Religión! ¡Viva el General Perón!
El Príncipe debe doblegarse ante el Vicario de Cristo, tal la ley del feudalismo. Kristina KK pues peregrinó al besamanos con su joven y nuevo bufón y cortesano, el lampiño intendente Martín Insaurralde, para que también él se postrara a cambio de la bendición apostólica y las indulgencias plenarias. El Papa -al verla humillada- abusó de su situación para reducirla a su verdadera condición, a la de mujer, i. e., de oprimida, y para destinarla a la institución de la que nunca debiera haber salido, a saber, a la familia, a la servidumbre doméstica, a su condición de abuelita, a lo que Ella -la antigua soberbia Kaiserin und Königin- accedió dócil y gustosa con lágrimas en los ojos:zapatitos y escarpines, regalos del Santo Padre para Néstor Iván, el príncipe heredero del ducado del Kalafate. Encantador y simpático espectáculo feudal: el Papa del fin del mundo y el duque del fin del mundo en la época del fin del mundo. ¡Adiós al feminismo y antipatriarcalismo en versión KK! ¡Que vivan la Familia y la Religión! ¡Viva el General Perón!
§ 2 El estupefaciente religioso. Lo de Evo Morales, más bochornoso aún porque era mucho más serio que
el pejotismo kirchnerista, es todo un síntoma de la época de la crisis del
despotismo del capital, i. e., la relación social dominante a escala
planetaria. El Capital, padre despótico y achacoso, no sólo dispensaba
humillaciones y sufrimientos; también, Facebook, celulares, Internet, deportes
para todos y todas, football para todos y todas, bonapartismos
para todos y todas y otros estupefacientes adictivos: dulces
reparaciones y compensaciones para una existencia miserable, oprimida e
infeliz. La actual impotencia del capital no trae sólo el anhelo de la
liberación, sino miedo y la angustia por la pérdida de las ollas de
Egipto. Entonces, el viejo achacoso, debilitado y herido, busca -y logra-
hacer las paces con su antigua enemiga, la Religión; más
precisamente con el estupefaciente religioso. Como un empresario
monopolista más, el Papa se opone a la despenalización y a la legalización del
uso de las drogas: quiere detentar él únicamente el suministro de los
estupefacientes y distribuirlos como un avaro monopólicamente. Con
la crisis del Capital no sólo se ha incrementado el número de los que se suman
a las protestas inconscientes y sin programa, sino que también han crecido las
otrora diezmadas filas del Partido de Dios, i. e., de los partidarios de
Dios, los que claman al cielo por los sufrimientos terrestres. La presencia del
indio aymara Evo Morales en el besamanos ha reducido toda su cháchara
indigenista a anacrónicos escombros y ha hecho de él un cholito, i.
e., un indio convertido al cristianismo occidental, i. e., al
capitalismo. ¿Qué otra cosa es el hodierno Papa? La
esperanza de que la voz irredenta de los esclavos del Potosí se hiciera oír al
menos en el Juicio Final, ha quedado duramente afectada: también el indio cholo
se hinca voluntariamente ante el báculo y la tiara papales.
§ 3 El triunfo del Partido de Dios. El clarísimo y rutilante triunfo
político del Partido de Dios en la América Latina (demostrado con
evidencia en estos días) es no sólo un duro mentís para la charlatanería
latinoamericanista, con la que se ceban en su impotencia ciertos supuestos
"izquierdistas", sino que también es todo un termómetro del clima
político (más bien gélido) de la época. Habrá que ver cómo le va al Santo Padre
en las tierras más modernas y más ilustradas de la Europa y los Estados
Unidos de América, no de Brasil de lo que ya sabemos.
No resulta ninguna novedad lo de la Revolución Bolivariana y el Socialismo del
Siglo XXI: el comandante canceroso ya antes de caer enfermo había defendido la
indigesta mezcolanza "humanista" de revolución, socialismo y religión.
Otro tanto vale para ese "rojo" ecuatoriano que es
el muy pío Rafael Correa, que ante el Sumo Pontífice se identifica y se llama a
sí mismo boludo. Así pues, no sólo tradicionalmente la derecha se
hinca ante el Papa, sino también la "Izquierda del Siglo XXI"
y por supuesto, siguiendo su vieja y conocida tradición, el pejotismo que tan
pronto hiede a incienso como a azufre. Pero el Papa y el Partido de Dios no
sólo les han infligido una dura derrota a estos bonapartistas más cercanos a
Napoleón III que al Gran Corso. El Partido político de Dios ha
logrado una victoria política y social completamente inédita en la Historia de
la América Latina. Se trata de una impresionante concentraciónpolítica partidaria
(obscenamente disfrazada de ceremonia religiosa) encabezada en persona por su
jefe partidario; una pura mistificación en la que se reunieron más de tres
millones de individuos; una masa amorfa olvidada de su condición de clase y de
su condición nacional e incluso de su condición etaria; que se identificaba
únicamente por su pertenencia al Partido de Dios, i. e., por ser partidarios de
Dios y del Papa, los bien conocidos "siervos de Dios", i. e., los
siervos del Papa y del clero. En fin, el Papa, i. e., el Padre,
apareció como el Santo Padre, un padre para una juventud
huérfana, que carece de padres, i. e., de toda auténtica autoridad espiritual;
una juventud mentalmente corrompida por las nuevas tecnologías y las ideologías
idolátricas de los deportes, ahora con el flamante añadido de la vieja ideología
de la obsoleta Religión. Tres millones de individuos en la Ciudad de los
Carnavales que nunca alcanzan ese número, salvo en este novedoso carnaval, en
el que el Rey Momo viste mitra, tiara, sotana blanca y amenazante báculo de
pastor de las ovejas descarriadas de la grey o la majada. Esta hazaña supera
cuantitativamente a la frustrada movilización de junio de 1973 en Ezeiza, es
decir, ha superado políticamente al General Perón, i. e., alverdadero bonapartista.
Además, lamentablemente, el Partido de Dios ha superado también con
toda evidencia al Partido de los Trabajadores del Brasil. En
la época miserable de la crisis del capitalismo, en la que no se observa ni en
los Estados Unidos ni en Europa ni en ninguna otra parte una clara jefatura
política que asumiendo la potestas, pudiera estar a la altura de
las necesidades históricas de la época, aparece de manera extemporánea en un
obsceno salto atrás, el liderazgo de un dirigente político anacrónico, el Papa
y suauctoritas, que reparte a manos llenas el estupefaciente
religioso. ¡Hosanna en el cielo!
§ 4 El toma y daca de los políticos profesionales. Es evidente que los políticos,
muchos de los cuales han sido impugnados drásticamente aun en manifestaciones y
protestas callejeras, sacan rédito fácil y sin costo de mostrarse al lado del
Papa de la postmodernidad y del tardo capitalismo, un cínico jefe político de
estos tiempos desesperados, una figura medieval yuxtapuesta a los fenómenos
políticos y culturales gobernados por el despotismo del capital. Pero para nada
hay que despreciar los beneficios que simultáneamente obtiene el Sumo Pontífice
Romano, al mostrar como cortesanos y súbditos suyos a los Presidentes
putativamente republicanos de la América Latina, y sobre todo a aquellos que
con ligereza son llamados "progresistas" y aun
"revolucionarios". Sólo resplandece la excepción del Pepe Mujica
que conserva la dignidad republicana del
ciudadano, de quien sabe que por encima de su cabeza sólo tiene el sombrero. El
Papa, por su parte, se encuentra particularmente interesado en las paces y la
amnistía total con el Gobierno argentino. Los beneficios para Kristina KK y su
corte de los milagros con el Papa "argentino y peronista" son
completamente claros y se miden con encuestas en mano en términos crudamente
electorales. En cuanto a él, está en busca de su futura canonización y, por la
temeridad que exhibe, incluso del martirio. De ahí que esté dispuesto a olvidar
las antiguas desavenencias y rencores y esté dispuesto a hacerles
significativas concesiones, aun electorales. El Papa quiere que su antigua y
turbia relación con la Dictadura y su antiguo y conocido enfrentamiento como
Guardia de Hierro con la Teología de la Liberación, los Curas del Tercer Mundo
y en general con "la Tendencia", sean olvidados y amnistiados; sobre
todo ahora que, muerta y sepultada la Hidra socialista, intenta una nueva
alianza con los pobres, administrada por la Religión y el Magisterio de la
Iglesia, i. e., por el Papa.
§ 5 La Representación. ¿De dónde le viene al Papa la prepotencia (praepotentia) que
irradia? ¿De dónde le viene al Papa el kharisma? ¿Dónde se afinca
el papismo capaz de desafiar y aun sustituir al mismo cristianismo tal como
denuncian los cristianos reformados? El célebre Carl Schmitt en Catolicismo
Romano y Forma política nos da una pista plausible incluso cierta. Con
el nombre de Repräsentation describe el fenómeno de la
presencia misteriosa e irradiante, de la presencia gloriosa, de la presencia
indiscutible y evidente de una autoridad excepcional que al parecer proviene ab
alto, de una potencia arcana arrebatadora, de la presencia
fáctica de la complexio oppositorum y de lo visible e
invisible, de una suerte de renovada encarnación, se trata en definitiva de la
"autoridad personal" de un príncipe. El inmenso poder heurístico
que tiene la categoría de Repräsentation es que otorga ser e identidad a los
que se congregan en torno de la persona carismática. No se discute. La
reflexión, la crítica, la demanda de la argumentación, i. e., la Razón, parecen
jactancias blasfemas. La Repräsentation sólo conduce al
fundamento divino de la autoridad política, al poder por
derecho divino, al omnis potestas nisi a Deo (≠ omnis
potetas nisi a lege).
Más todo esto podría correr no como una estafa sino como moneda de curso
legal, sólo si Feurbach no hubiese escrito una sola palabra ni nos hubiera
enseñado a desenmascarar los ídolos y reconocer lo propio en lo alienado.
§ 5 Ideología e ilusiones religiosas. Aunque significativamente mejor que los deportes
y el football, la ideología estupefaciente de la Religión y del
Partido de Dios es más venenosa que la del peronismo. El peronista crea
esperanzas prometiendo el tren bala, las viviendas, el asfalto, las cloacas y
aun el agua potable. Cuando -como es frecuente- defrauda, siempre queda el
recurso de "desenmascararlo" y la posibilidad del reproche y la
sanción. Pero, ¿cómo desenmascarar la ideología que promete la felicidad y aun
la beatitud tras la muerte, prometiendo una estancia de amplios confines en los
cielos? ¿Cómo desenmascarar la promesa redentora del Reino de Dios, si se nos
dice de entrada que no es de este mundo? ¿Cómo es posible que los
millones de desesperados de la América Latina renuncien a esa única tabla de
salvación -ciertamente ridícula- que llaman "Dios" y a su Partido, si
carecen de cualquier otro partido o movimiento políticos que pudiera
contenerlos existencialmente y darles un programa moral y político de vida?
§ 7 Las futuras dificultades de la Crítica a la Religión. En el futuro habrá que reconocer
que la crítica al Partido de Dios y al Papado será significativamente más
dificultosa. El obsceno vínculo del Papa Wojtyla (dicitur, Juan
Pablo Segundo, te quiere todo el mundo) con la CIA y con los bancos, i. e.,
con el Opus Dei, era fácil de exhibir y de recusar políticamente.
Su papado, que sobrevino tras la sospechosa muerte del Papa Luciani, en clara
coordinación con la Revolución Conservadora de Margaret Thatcher y Ronald
Reagan, y que vino a decapitar al interior de la Santa Madre al progresismo de
la Teología de la Liberación, los Curas del Tercer Mundo y el jesuitismo de
Arrupe, tenía un inequívoco signo reaccionario y conservador, incluso no
privado de rasgos antiliberales y antidemocráticos; el costo político que debió
pagar fue el desprecio de incluso Francia la Católica. Otro tanto
vale para el papado del Panzerkardenal del renovado Tribunal
del Santo Oficio, un antiguo veterano de la Luftwaffe, que adoptara
el nombre de Benedicto XVI luego de ser ungido por los bancos en un obsceno
cónclave. Ahora, todo esto ha cambiado de una manera radical. El actual Papa es
el primer jesuita que gobierna el Vaticano a cara descubierta. También, el Papa
es un peronista, más precisamente, de la conocida Guardia de Hierro,
con ese nombre y con esa tradición. Se
presenta como un claro reformador no sólo de su conducta personal como Vicario
de Cristo y Sumo Pontífice Romano, sino de ciertas políticas tradicionales de
la Vaticueva. El alineamiento de Juan Pablo II y de Benedicto XVI con los
de arriba y su adscripción política a la reacción eran
innegables. Juan XXIII y Pablo VI intentaron disputarle a la izquierda (con
relativo éxito) los de abajo, las consciencias y las políticas transformadoras.
Ahora, derrotada la izquierda, corrompidas las consciencias por la
postmodernidad y la multiplicidad de los "espejitos de colores",
relegadas como utopías increíbles las políticas de transformación social y
política (incluso las reformistas), el Papa entra a saco en ese territorio de
la masa amorfa mostrenca, proponiendo las viejas ilusiones sin porvenir y
prodigando el conocido y repugnante estupefaciente. No será fácil impugnar a
una iglesia renovada por un Papa jesuita, i. e., hipócrita,
que rechaza todo el boato del Príncipe de Roma y el Jefe del Vaticano (tiaras,
joyas, cruces, zapatitos rojos, etc...); que vive, come y duerme con su antigua
modestia y austeridad; que recusa visceralmente a la korrupción; que renuncia
al catolicismo y promueve el diálogo interreligioso con los
pérfidos judíos y los infieles; que desprecia la alianza con el Estado y llama
(en medio de una situación explosiva) a hacer lío y salir a las calles;
que se muestra misericordioso con los homosexuales y al parecer proyecta no
negarles la eucaristía a los divorciados; que en nombre de la Madona maquina
una suerte de "cuarta ola feminista", un aggiornado feminismo
católico; en fin, que sin dejar de presentarse como el Papa y el
Vicario de Cristo cultiva la cercanía y un diálogo franco y directo.
Pero sobre todo será difícil impugnar al que se presenta como el Papa
de los villeros, el Papa de las favelas, el que exige el
compromiso del clero con los pobres y con los de abajo, el que visita a los
desahuciados en los hospitales y las cárceles, y reclama un vínculo con los grandes
desplazados y marginados por el capitalismo tardío, a saber, la juventud, a la
que convoca a una gesta revolucionaria religiosa, invocándola
engañosamente sin distinciones de clases sociales; en síntesis, un Papa que
infunde esperanza.
Sin embargo, a pesar de todo y precisamente por eso, el Papa no es otra
cosa que el Papa.
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