martes, 20 de agosto de 2013

Grave denuncia de Verzeñassi contra la industria química


El destacado bioquímico y principal referente del ecologismo en la Argentina, Daniel Verzeñassi, planteó una hipótesis alarmante en torno del sistema de los agronegocios y la industria química en general, al preguntarse si las enfermedades que generan en los humanos “son efectos colaterales o responden al objetivo central del imperialismo: el control poblacional”.

Durante una conferencia en la que analizó dos proyectos de ley presentados en las legislaturas de las provincias de Entre Ríos y Santa Fe, sobre las sustancias químicas usadas en la agricultura, el estudioso aseguró que el Estado argentino y los gobiernos provinciales no desarrollan los laboratorios adecuados para analizar los productos químicos que deben autorizar y se basan en informes no confiables de las multinacionales.
Dijo que, por distintas vías, la industria química está afectando severamente la salud de la biodiversidad y la capacidad de reproducción de los seres humanos, con síntomas ya inocultables, y por eso llamó a los legisladores a revisar conceptos y a cambiar los criterios de clasificación de los productos.
Luego de enumerar deficiencias del Estado para afrontar la presión de las industrias multinacionales, Verzeñassi insistió una y otra vez, como eje de su discurso, en que los países llamados “centrales”, empezando por los Estados Unidos, ante los problemas energéticos que se presentan y los que se avecinan se preocupan más por el crecimiento de las poblaciones que por el dispendio consumista.
Señaló entonces que el sistema de los agronegocios, la industria farmacéutica y la industria alimenticia a escala no son compatibles con la mejor alimentación de la humanidad y la preservación de los ambientes, y sí colaboran con la reducción de las poblaciones mediante una suerte de “guerra no convencional”, que produce malformaciones y ataca el sistema reproductivo.
Durante una conferencia organizada por el centro de estudios llamado “Hacelo público” en Paraná, la capital de Entre Ríos, Verzeñassi consideró que el proyecto de ley presentado por dos senadores entrerrianos sobre los productos químicos es “una afrenta a la capacidad intelectual”, y afirmo que, antes de legislar, los dirigentes deben definir con claridad a qué le llaman agroquímicos. Elogió, en cambio, algunos artículos propuestos por legisladores santafesinos, pero apuntó que en términos generales los oficialismos son permeables al modelo de químicos y transgénicos.
Echó mano a las obras de Marie Monique Robin para señalar que la industria química, en una actitud que calificó de “mafiosa”, oculta las consecuencias negativas sobre la salud humana y los ecosistemas cuando se constata que alguna razón puede interrumpir sus negocios o se impone una indemnización.
Se preguntó si, a diferencia de lo que aparece, o de “la pantalla”, el incremento de la producción no será un efecto colateral de un plan que busca eliminar poblaciones, y apuntó su artillería a la confluencia de firmas como Monsanto, los planes de la pareja de Bill y Melinda Gates y el gobierno de los Estados Unidos.
Reconoció, a la vez, que la Argentina cuenta con alta presencia de multinacionales aliadas a ese sistema. “Están decidiendo quiénes son los que quedan, tienen como objetivo estratégico el control y la disminución del crecimiento demográfico, se creen los dueños desde la vieja doctrina Monroe”, enfatizó (en referencia a la frase “América para los americanos” concebida hace casi dos siglos), y lamentó que “los saberes académicos” de nuestro país estén en general “cooptados por los grandes laboratorios”.
Verzeñassi, miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista –Renace-, el Foro Ecologista de Paraná y el centro de estudios Junta Americana por los Pueblos Libres, brindó varios ejemplos de avance de la industria química en el trabajo de los argentinos, y denunció que el Estado nacional y los estados provinciales no tienen un desarrollo en los laboratorios que les permitan dar garantías, en las aprobaciones pedidas por la industria química. Así, el estado termina autorizando en base a los informes de las propias multinacionales interesadas.
Para reforzar las sospechas de connivencia, mostró un listado de pases de investigadores y gerentes entre el Estado y Monsanto, en los Estados Unidos. Lo que Robin llama “puertas giratorias” entre la Casa Blanca, el Congreso de los EEUU y las multinacionales, con “las mismas personas de ambos lados del mostrador”.
El bioquímico oriundo de Paraná adhirió a la posición de un grupo de investigadores argentinos que llamaron a una revisión del sistema de clasificación de los químicos, dado que hoy se analiza la capacidad toxicológica letal pero no los efectos mediatos o crónicos sin manifestación o con síntomas menos visibles.

Uno más uno no es dos

“No evalúan los daños sub-clínicos, la enfermedad por acumulación en el tiempo”, insistió. Luego cuestionó a organizaciones agrarias que piden  que la distancia de fumigación con productos químicos dependa del tipo de producto, y aseguró que en esos casos se ignora la importancia de potenciación de los productos asociados, incluso se menosprecia el efecto de los coadyuvantes, es decir: se analiza el principio activo y se deja de lado el conjunto de sustancias que lo acompañan, o las otras que se usan en forma casi simultánea para regar los campos (herbicidas, fungicidas, insecticidas) y su potencialidad en sinergia. “En biología, uno más uno no es dos, jamás”, afirmó.
“El sistema debe responder por la aparición de la disrupción endócrina, es decir, alteraciones hormonales; por la afectación de la imbricación armónica que existe entre los sistemas circulatorio, nervioso e  inmunológico”, dijo, y advirtió que si el Estado analizara los efectos acumulativos y el impacto lento de las sustancias pondría en serios cuestionamientos a la industria del plástico, por ejemplo, porque se ha constatado la liberación de sustancias del plástico a los alimentos.
Así, enumeró una serie de efectos de los químicos sobre la salud en la biodiversidad, y en especial en humanos, y aseguró que no existen organismos “que controlen la trazabilidad de lo que comemos”, de manera que nada impide que las familias ingieran agroquímicos a través de las cáscaras u otras vías.
Y para demostrar que el problema afecta no sólo a los pobladores rurales, anunció que un grupo de paranaenses se realizará análisis bioquímicos para establecer su grado de contaminación, como lo han hecho profesionales de otras ciudades del país, e invitarán a autoridades para que realicen sus propios diagnósticos.
Sostuvo que desde el poder de las multinacionales se induce a llamar “terroristas ambientales” a los que cuestionan el sistema, pero con el tiempo se va constatando la veracidad de las denuncias; sin embargo, los laboratorios reconocen los efectos perjudiciales de un producto cuando van a lanzar otro producto de reemplazo, y en el mientras tanto dejan una estela de daños a la salud.
Aseguró que el sistema de los agronegocios se propone concentrar en pocas manos el control de los alimentos, y que los países y las multinacionales del imperialismo consideran que el crecimiento poblacional es una amenaza para sus intereses. Entonces, en vez de controlar el consumo energético desmesurado, pretenden ejercer en el planeta un control demográfico, y lanzan para ello “estas guerras no convencionales”, en las que sobresale el protagonismo de la industria química.
En una charla anterior, el economista Luis Lafferriere había indicado, en coincidencia con esta voz de alerta, que el imperialismo busca desprenderse de 4.000 millones de habitantes del planeta a través de “un proyecto neomalthusiano: guerra, peste y hambruna, es decir, un proyecto criminal”.
Para Verzeñassi, hoy la “seguridad alimentaria” debe entenderse como la seguridad de que la gente pueda comer, y el sistema de los agronegocios está en contra de ese derecho.
Dijo que una ley de agroquímicos debe ser analizada, en la Legislatura, por la Comisión de salud, y sin embargo se trata en la de Producción, donde cambian el nombre “agrotóxicos” por el de “fitosanitarios”.
“Surge la necesidad imperiosa de buscar alternativas a las formas de producción. Están afectando la capacidad reproductiva de las personas, están en riesgo las próximas generaciones”, sostuvo Verzeñassi y volvió sobre su hipótesis a manera de preguntas: “¿son efectos colaterales o son efectos deseados? ¿Este paquete llega par producir o llega para matar y de paso producir lo que ellos quieren?”.

OBSERVATORIO ANTIIMPERIALISTA MANUEL UGARTE

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